sábado, 20 de junio de 2009

Érase una vez en Gaza

Aquella familia vivía en un pueblo en medio de la nada, entre Oriente y occidente, olvidados del resto del mundo. Un día, hace ya muchos años, la policía se presentó en su casa con una familia extranjera para que le cediesen un rincón donde vivir. El Ayuntamiento les dijo que aquella gente había sufrido mucho en tiempos pasados, que les habían echado de varios sitios y no tenían dónde vivir. Poco a poco, los extranjeros fueron ocupando el resto de la casa. Ante las protestas de los dueños, el Ayuntamiento dictaba normas pero no hacía nada para que se cumpliesen. Aquella familia vivía ahora en un rincón de su casa y tenían que pedir permiso a los ocupantes para salir a la calle. Apenas tenían para comer, y los ocupantes les cortaban el agua y la luz cuando querían. Un día, el pequeño de la familia murió porque aquella gente no permitió que lo llevasen al hospital. Sus hermanos se revelaron con piedras y palos, y los extranjeros se defendieron a balazos. El abuelo, que no pudo esconderse a tiempo, cayó con la cabeza destrozada. El Ayuntamiento elaboró una declaración condenando la matanza y obligando a los ocupantes a dejar algunas habitaciones libres, pero el alcalde impidió que saliera adelante. Desde hace unos años, los extranjeros metieron a la familia en la choza donde antes tenían a los animales, y construyeron un muro para evitar que salieran. Para no morir de hambre y frío, abrieron un túnel por el que salían de noche en busca de alimentos. De vez en cuando, los extranjeros les lanzaban bombas, y una de ellas reventó a la madre. Los hijos mayores trajeron unos cohetes y los lanzaron contra los ocupantes, matando a uno de ellos. Y entonces, la choza se llenó de fuego. El pueblo se llama Gaza. Ahora dicen que sus hijos son unos 'terroristas'. Y los ocupantes, 'el pueblo perseguido'


Extraido del periódico no se cual

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