sábado, 17 de mayo de 2014

Don Quijote de la Mancha

"En esto, parece ser o que el frío de la mañana que ya venía o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas [laxantes], o que fuese cosa natural - que es lo que más se debe creer- a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. (...) le parecío que no podía mudarse [evacuar] sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero, con todas estas diligencias, fue tan desdichado que al cabo al cabo vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo. Oyolo don Quijote y dijo: -¿Qué rumor es ése, Sancho? -No sé, señor -respondió él-. Alguna cosa nueva debe de ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco. (...) Mas como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo excusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dedos, y con tono algo gangoso dijo: -Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo. -Sí tengo - resopndió Sancho-, mas ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca? -En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar - respondió don Quijote. -Bien podrá ser - dijo Sancho-, mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos. -Retírate tres o cuatro allá, amigo -dijo don Quijote (todo ello sin quitarse los dedos de las narices)-, y desde aquí adelante ten más cuenta con tu persona y con lo que debes a la mía; que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio." Miguel de Cervantes

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